martes, 17 de mayo de 2011

Domenech, la vida de un ilustrador que ama al deporte

Por Sebastián Etcheberry

Sentado en el pupitre del colegio Sebastián sacaba cada día el cuaderno como el resto de sus compañeros, pero, a diferencia de éstos, no anotaba lo que el docente parado enfrente, empeñado en educar, pronunciaba sin cesar. Sacaba un lápiz él, una birome o lo que fuera e, influenciado por el entorno, se ponía a crear lo que a su mente llegaba. Vale aclarar: no era que no le interesaba para nada lo que el profesor decía, simplemente prefería garabatear, dibujando se sentía feliz. Así empezó Sebastián Domenech su relación con el dibujo: haciendo caricaturas de sus amigos y sus profesores. Hoy es todo un consagrado, sus ilustraciones acompañan habitualmente las notas en el diario La Nación de los periodistas deportivos Juan Pablo Varsky, Ezequiel Fernández Moores, Marcelo Gantman, y así también algunas notas de la sección política. Colabora a veces con la Revista Grip, Caras & Caretas, Newsweek y es el encargado de hacer las tapas de la reaparecida Revista Un Caño.

Domenech, de 32 años, nació en California por cuestiones laborales del padre, pero asegura que se siente bien argentino. Sin embargo, admite que le quedó “en el inconsciente o en el corazón” un amor a ese estilo de vida propio de su lugar natal: estar cerca de la playa, buen clima y mucho sol. “No el del americano, el del californiano”, aclara por las dudas. Otra de las costumbres que le quedó de allá es su amor por la música. A la mañana, mientras dibuja, suele poner de fondo algo tranquilo como Jack Johnson, Bob Marley o bandas similares, pero a la tarde, en cambio, son los furiosos acordes de The Faces los que suenan en la habitación.

Además de la música, Domenech es un apasionado del deporte en general, y del tenis en particular. Todavía recuerda cuando a los 8 años, en la televisión, Alejandro Apo lo vaticinó como el futuro Sabattini del tenis masculino. Tiene muy buena relación con algunos de los principales tenistas argentinos y de vez en cuando se lo ve en los torneos que se realizan en el país. Junto a Mariano Zabaleta, por ejemplo, es el director creativo de la marca de remeras Yanaoui.

Cuando tenía 18 años, y ya luego de confirmar que el augurio de Apo fue demasiado exagerado, comenzó a estudiar la carrera de Periodismo Deportivo en DeporTEA pero al darse cuenta de que lo suyo pasaba por otro lado, desistió. “Era bastante chico, había salido recién del colegio. En ese momento pensé que era lo mío pero me di cuenta que no”, cuenta. En ese entonces, asimismo, no pensaba, ni siquiera imaginaba, que podía llegar a vivir a través del dibujo: “Siempre estuvo. Después de dejar periodismo hice millones de cosas pero hasta que me di cuenta de que realmente de eso quería vivir pasó bastante tiempo.” Explica que trabajar para un montón de medios deportivos le hace bien porque de alguna manera sigue conectado con el deporte, su otra gran pasión.

Cuando el tiempo se lo permite, concurre a la cancha a ver a Excursionistas, pese a llevar a River en el corazón. Nieto de un fallecido hincha de Banfield, Domenech celebró con mucha alegría el título del Taladro en el 2009. Creció escuchando las hazañas que abuelo Eduardo le contaba sobre el equipo del ’51. “Cuándo era chico, para mi era muy difícil entender como se podía ser hincha de un equipo que nunca había salido campeón y que se iba al descenso. Ahí aprendí y entendí lo que era la pasión, la que mi abuelo sentía por el club al que le había dedicado gran parte de su vida sin obtener nada a cambio más que algún reclamo de mi abuela.” En la consagración del Apertura, emocionado, Domenech le dedicó a su abuelo un dibujo del triunfante entrenador Julio César Falcioni.

Casado con Denise, padre de tres hijos (Juana, y dos mellizos: Bruno y Santiago), vive en Belgrano y a veces se lo ve por la calle paseando a su labradora negra Mona. Al margen de las ilustraciones que tiene que hacer por trabajo, Domenech también se dedica a la pintura hiperrealista de indios americanos y al dibujo de animales, especialmente de monos, los favoritos de su hija.

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