El dibujo de Caloi, en un momento, seguramente no causaba tanta gracia en París. Era más que un chiste, parecía hasta una imagen premonitoria de lo que podía llegar a pasar y entristecía. Pero ahora no. Ahora las carcajadas pueden fluir tranquilas porque desde febrero que está confirmado: el Roland Garros no sufrirá la mudanza que algunos querían realizar. Habrá reformas, pero no traslado. Nadie se llevará ese polvo mítico a otro lado.
El Roland Garros es el único de los cuatro Grand Slams que desde su comienzo ha permanecido en el mismo lugar, en el histórico sitio de Bois de Boulogne. Y desde 1891, cuando solo admitía jugadores franceses, y desde 1925, cuando se permitió la participación de extranjeros, ha sido el polvo de ladrillo la superficie insignia. Inalterable. Sin embargo, de un debate que comenzó en los últimos años se instaló la idea de mudar el torneo debido a las pocas dimensiones y capacidades en las que se juega. No habrá mudanza pero sí reforma. Toda la remodelación, no obstante, estará lista recién en 2016, así que un por tiempo no se hablará más del tema. Habrá 35 canchas, una de las cuales, la central (el Philippe Chatrier), contará con un techo desplegable ideal para los días de lluvia, la capacidad de personas crecerá a 5 mil y las jornadas nocturnas serán otra de las innovaciones. La primera etapa, que incluye al segundo estadio más importante de la competencia, el Suzanne Lenglen, durará dos años.
Pero ya habrá tiempo para pensar en eso. Ahora en la escena reina el jolgorio, todo el Roland Garros festeja orgulloso por aquella victoria del 13 de febrero cuando su casa de Bois de Boulogne se impuso ante las tentadoras alternativas existentes en caso de mudanza: Versalles, Gonesse y Marne la Vallée. Esta última, por ejemplo, proponía en 35 hectáreas, 55 canchas (con tres centrales y dos con techo retráctil), pero al final pudieron más los 195 votos de los delegados de la Federación Francesa de Tenis que rechazaron el traslado pero determinaron la ampliación de cinco hectáreas.
Los únicos cambios que se verán por ahora serán la nueva utilización de las pelotas francesas Babolat en lugar de las Dunlop del año pasado. La casa, y el lugar se mantienen intactos. Los que quieran aspirar a esta sede, a este polvo histórico de la romántica París y llevárselo a otro lado, van a tener que esperar, y hacer mucho todavía. Qué bueno que el chiste de Caloi sea apenas eso, un chiste.
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