OPINIÓN
Revisando una carpeta con recortes viejos encontré una nota de Juan Pablo Varsky titulada “La fiesta que no necesita del fútbol”, escrita el día de la inauguración del Mundial de Sudáfrica 2010. Se refería a la independencia de una Copa del Mundo, o, mejor dicho, de las luces y todo el colorido que hay en ésta con respecto al juego en sí. Fulminante es la forma en la que arranca el texto: “Al Mundial no le interesa el fútbol”. Asegura que no lo necesita, que éste es apenas una excusa. “La FIFA aprovecha este mes para mostrar su productiva industria sin chimeneas: las transmisiones televisivas con más detalle y menos juego, el color de los hinchas, los grandes conciertos y los mensajes solidarios. La Copa del Mundo ha dejado de ser el contenido más importante de este juego”, delata.
Luego, grafica algo que, por lo menos en lo personal, irrita un poco: “El Mundial une a los futboleros de toda la vida y a los curiosos que se asoman solamente en esta época. En esta gran masa de telespectadores, la mayoría quiere ver quién gana y la minoría quiere ver cómo se juega.” Supuestamente, la época de un Mundial debería ser, para los que nos gusta el fútbol, la más hermosa de todas, pero lo que dice Varsky es cierto, el Mundial lo ven todos (o por lo menos se acerca bastante a ese absoluto). Las mismas mujeres que durante una cena me ordenan que apague el televisor mientras trato de ver a Independiente, son las que después, cada cuatro años, saben hasta el nombre del peluquero que atiende al arquero de Holanda. No me molesta que lo vean al Mundial y que opinen de fútbol cómo quieran, pero, ¿tanta hipocresía entre un mes y un mes? Y después lo otro: para los nuevos fanáticos, el mejor equipo es el que sale campeón, no el que mejor juega, pero eso, igual, es otra historia.
Detrás del recorte que encontré, tenía pegado también un fragmento de una entrevista que le hacen a Rodolfo Braceli, autor del libro “De fútbol somos”, y hay una contestación que se refiere justamente a este tema. Le preguntan: “¿Qué le fascina y qué le asusta de una Copa del Mundo?”, y Braceli, genial, responde: “El Mundial nos succiona el cerebro y el corazón. Fascinante y asustador. Me crispa que se desprecie a aquéllos que no gustan del fútbol. Me joden, además, los tipos que dicen ‘a mí me gusta el fútbol en los Mundiales’. Es como si dijeran: ‘A mí me gusta el matrimonio en la luna de miel’”. Ahora, aunque pasó y es posible que siga pasando siempre, ¿por qué lo ven al Mundial, entonces, estas personas? Por la fiesta, supongo, por el marketing, porque está de moda y es de lo único que hablan en la televisión en ese momento, creo. Sino no se entiende cómo el interés por una pelota que rueda desaparece, y hasta se vuelve fastidioso, al mes siguiente. Por eso el Mundial, como afirma Varsky, no necesita del fútbol.
Para gustarle al espectador, Barcelona o España no necesitan que los medios los alaben con los adjetivos más extravagantes que se puedan usar. No necesitan venderse como los equipos que mejor juegan para que todos quieran verlos. Lo demuestran en la cancha, simplemente. Uno si prende la televisión es para ver eso distinto y estupendo que hacen, no porque en la cuadra abunde el “qué bárbaro el Barcelona”. Y el televidente (ojo, el que tiene la capacidad de captarlo) disfruta porque ve a Iniesta o a Xavi siempre dos pasos adelante de la jugada, no porque la FIFA los haya nombrado como dos de los mejores jugadores del 2010. Es justo el premio, claro que sí, pero no son mejores por haberlo recibido. Son inevitables los elogios que llueven sobre el equipo catalán, pero éste no necesita que se lo venda como el mejor de la historia para poder disfrutarlo. A eso apunto.
Hay millones de cosas que no tienen marketing y son igual o hasta más maravillosas (aunque claro, es subjetivo) que muchas otras que sí lo tienen. Liniers no se equivoca, cuando algo es lindo no necesita que la periferia lo ensalce para ser más atractivo. Solo se basta. El fútbol es hermoso en sí mismo. Un Mundial, también. Una estrella brilla con luz propia. Es así de simple.
Hola Sebastián, vi tu comentario en el blog de Cristián y quise visitar el tuyo. Excelente entrada, y estoy totalmente de acuerdo con el concepto de la misma. Como dicen por allí... no todo lo que brilla es oro, y hay lingotes de oro por allí al que no se les da el valor que merecen sólo por no haber sido "descubiertos".
ResponderEliminarAunque el béisbol es mi deporte favorito, el fútbol le sigue de cerca, y como le pasa a todos el Mundial se convierte en adicción. :)
Saludos